martes, 12 de junio de 2012

Acero Líquido, Mazzitelli & Alcatena

Está, para empezar, el estilo de Alcatena: una profusión incansable de detalles, arquitecturas, maquinarias y criaturas; cada página del libro (editado por Belerofonte y LocoRabia) parece animada por el horror vacui de obras como el Libro de Kells, los grabados de Jean Duvet (1485-1562) y los dioramas de Kris Kuksi; las arquitecturas remiten a veces a Escher y a Piranesi, y hacen pensar en la ciudad que describió Borges en "El inmortal" y que tomó prestada de H.P.Lovecraft, mientras que los diversos demonios y criaturas parecen surgidos de un bestiario medieval, de un block de notas de H.R.Giger, de un manual de zoología imaginaria o, sencilla  y terriblemente, de un mundo de pesadilla. La imaginación visual de Alcatena, entonces, parece no conocer límites.
Después viene la historia, las historias. En un futuro mítico que bien podría ser un pasado remoto, tan legendario como la Era Hiboria de Robert E. Howard o las tres edades de la Tierra Media en Tolkien, la humanidad (o, mejor, aquello en que ha devenido la humanidad: seres híbridos, criaturas mágicas, humanoides mecánicos, demonios) habita en ciudades gobernadas por los poderosos y sus magos, asistidos por guerreros, uno por ciudad. No hay ejércitos, no hay cortes de nobles, no hay burocracia: sólo sabios, gobernantes, guerreros, y el pueblo. El saber es guardado celosamente por los sabios, que aparecen en el libro como magos de gran poder: un poder que les permite dominar al universo, cuyas extrañas leyes comprenden. Cada ciudad, además, es diferente a las demás, en un universo exactamente análogo al arte de Alcatena, un universo donde nada se repite, donde todo es singular, donde sólo existen individuos y las especies han sido, claramente, trascendidas... donde todo, en tanto vasta orquestación de lo diferente, está en guerra, ciudad contra ciudad, mago contra mago, guerrero contra guerrero.
Tras entrar a este mundo irrumpimos en la historia de Hark, un trickster, un hombre que irrita a humanos y a dioses por igual y que es capturado por el gobernante de una ciudad para someterlo a ciertos procedimientos que lo convertirán en un guerrero invencible (con el que él podrá derrotar a los gobernantes de las otras ciudades, por supuesto). El resto del libro es una suerte de viaje del héroe en el sentido arquetípico, un periplo de descubrimiento y de búsqueda de cierta verdad, y es interesante que el punto de partida sea el pícaro arquetípico o, como ya he dicho, el trickster: ciertas lecturas de los Arcanos Mayores del Tarot en tanto viaje iniciático hacen comenzar la secuencia con la figura de El Loco, otro bromista infinito e irreverente. Ese movimiento de Hark por su universo, en busca de paz (precisamente lo que no parece existir en este universo convocado por Mazzitelli y Alcatena) y conocimiento de sí mismo, nos presentará docenas de historias, detalles narrativos de un mundo inagotable.
Es decir: si cada página nos arroja pequeñas sorpresas maravillosas en cualquier rincón de sus viñetas, también la trama ideada por Mazzitelli nos promete ese deleite; en el largo viaje de Hark es imposible no dar con historias que nos maravillen más que otras, que se aferren a nuestra imaginación y permanezcan allí, como imágenes encantadas. En mi caso: la historia de los viajantes que buscan la salida del universo (página 101-102) se convirtió en la joya que justificaría (si fuera necesario, si no hubiese perlas de igual valor por todos los rincones de Acero Líquido) volver a este libro y atesorarlo. El primer momento, digamos (y no el último) en que me sentí verdaderamente deslumbrado.
Pocos relatos (gráficos, cinematográficos, meramente verbales, musicales) son tan pródigos en maravillas. Quienes conozcan la obra de Alcatena, por supuesto, no se verán especialmente sorprendidos; sin embargo, incluso comparado con otras creaciones del inmenso dibujante argentino, Acero Líquido destaca como una muestra de virtuosismo barroco: busquen el vigía y la ciudad de la página 29, la cantina de la página 108, el asedio con estrellas de la página 163, las sirenas-manatí de la pagina 181, la criatura sonriente de la página 185, y recuperen el sentido de la maravilla, la marca de la mejor literatura (insisto: visual o escrita, no importa) de fantasía, de ciencia ficción y, en una palabra, imaginación.

Publicada originalmente en Partículas Rasantes el 12 de abril de 2012

1 comentario:

  1. Conocí la tira por medio de Skorpio y me pareció grandiosa,es un enorme merito de sus autores crear un mundo imaginario e inexistente en el tiempo y la geografía pero innegable en el universo de la imaginación de quién este interesado, infinitas gracias por este trabajo y su originalidad

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