viernes, 23 de noviembre de 2012

Zombess, Abel Alves

Dragon Comics Editora, el sello de Pablo "Roy" Leguisamo y Beatriz "Bea" Leibner, ha dado un paso importante hacia su establecimiento como una editorial: acaba de publicarse su primer libro que no incluye a sus fundadores a nivel autoral. Y se trata de un gran comienzo, en tanto Zombess / ¡Zombi Psicópata Adolescente!, del gallego Abel Albes (1981), es sin lugar a dudas uno de los mejores cómics humorísticos publicados últimamente en nuestro país.
El libro ofrece dos historias protagonizadas por el trío de personajes compuesto por Elizabeth "Bessy" Dellamorte, una zombie de 1.34m que pretende dominar el mundo, Anna Lou, una modelo/actriz rubia, lesbiana y tetona cuya frase favorita es "¡claro que no tengo problema en salir desnuda en esa película!", y nada más y nada menos que el Necronomicon, el libro maldito imaginado por H.P.Lovecraft.
Cada una de las historias ofrecidas, a su vez, está compuesta por páginas que funcionan también a nivel autoconclusivo, en tanto ofrecen un "gag" o chiste que las redondea. Y uno de los grandes aciertos de Alves está precisamente ahí: cualquier página de Zombess nos hará reír, pero, leídas en el orden del libro, arman además una narrativa perfectamente funcional. En la primera historia -"Planeta no muerto"- tenemos la zombificación de la tierra -gracias a la radiación de un cometa- y las maniobras de Anna Lou y "Necro" para restaurarla, contra los planes de Bessy. En este relato aparecen tres de los ocho "objetos de poder arcano", el Necronomicon, un "cetro chispeante" capaz de anular la magia y el "guantelete chispeante", a la vez, en el segundo del libro -"¿Quién es Chiharu Hattori?"-, e insinuando de esta manera un arco narrativo más amplio y que promete más álbumes de Zombess en el futuro, Bessy intentará encontrar un cuarto objeto de poder, el "orbe del conocimiento", para lo cual -gracias una vez más a la magia del Necronomicon- deberán viajar al pasado, más específicamente a 1574 y a Japón, para intervenir en la -histórica- batalla de Nagashino, en la que las fuerzas de Katsuyori Takeda fracasaron en su sitio al castillo defendido por Sadamasa Okudaira y por las fuerzas comandadas por Leyasu Tokugawa y Nobunaga Oda. En ese sentido, la historieta de Alves es una suerte de -más que historieta histórica- "intervención" en la historia japonesa, incorporando en su ficción -sin alterar el desenlace "real"- elementos del universo de sus creaciones (lo cual, curiosamente, traza una línea hacia otra historieta humorística aparecida recientemente, El club de los ilustres, de Rodolfo Santullo y Guillemo Hansz). Esos elementos incluyen abundantes referencias a la cultura popular y friki; en la primera de las historias del libro, de hecho, hay guiños memorables a películas y comics como Star Wars y 300, a videojuegos como Space Invaders, a personajes de ficción como Hello Kitty  y Godzilla, y también -en una suerte de pliegue ficcional especialmente interesante- a personajes históricos reclamados -reciclados, reimaginados, resignificados- por la ficción, como Hattori Hanzo, que, en la historia "real" fue un samurai al servicio del clan Matsudaira -como es presentado en Zombess-, y en la cultura poular es encontrado, además de en Kill Bill, en la serie Hattori Hanzô: Kage no Gundan, interpretado por Sonny Chiba,  y en el manga Path of the Assasin, de Kazuo Koike y Goseki Kojima. El humor de Alves, de hecho, se apoya en esta complicidad con ciertos lectores; además del gusto por el absurdo a la Monty Python (ver, por ejemplo, al "maestro del camuflaje" de la página 59, que lo único que hace es sostener ante sí el dibujo de un arbusto) y de un toque de toilet humor, las irrupciones de mundos ficcionales reconocidos por el lector convierten a muchas de las situaciones narradas en hilarantes.
Otro elemento que aporta al humor es cierto toque ligero de metanarrativa; por ejemplo, en la página 26 vemos los resultados de la invasión de kattens (alienígenas iguales a los personajes de Hello Kitty) a la Tierra; en la primera viñeta se trata de París, en la segunda de New York, y Tokyo en la tercera. En la cuarta viñeta los personajes comentan:
BESS: ¡Maldición! En todo el mundo se está repitiendo la misma catástrofe... ¡Nuestro ejército de muertos está perdiendo la vida!
VINCENT: ¡Cierto! Es como si alguien cortase y pegase el mismo escenario a lo largo del planeta.
Y en efecto, se trata exactamente de los mismos edificios, los mismos daños y explosiones, las mismas naves invasoras, con la salvedad de que en la primerea viñeta vemos, en el centro de la composición, a la Torre Eiffel, mientras que en la segunda aparece la Estatua de la Libertad y en la tercera Godzilla -y que como signo de Tokyo se tome a este personaje es ya de por sí otro chiste, en otro nivel, y, evidentemente, otro guiño al lector. Las palabras del personaje de Vincent, su alusión a "cortar y pegar" no sólo describen el procedimiento del dibujante (es decir un nivel "por encima" de la ficción) sino que, además, funcionan perfectamente en la narrativa, en tanto la misma catástfrofe para las tropas de Bess se repite en todas las ciudades importantes (es decir, en el nivel de la ficción).
El libro está lleno de momentos como este, y la inteligencia y el acierto no decaen en página alguna. Es cierto que para un habitante del Río de la Plata la comicidad está garantizada desde el momento en que podemos leer frases como "¡Come rayo, mamonazo!" (p.49), que quizá suenen un poco más "naturales" para un hablante de las variedades ibéricas del español; sin embargo, el talento de Alves para los diálogos y para el humor meramente verbal, independientemente del registro lingüístico, es innegable. Y como dijera Homero Simpson de Los hombres golpeados por el football, el cortometraje de Juan Topo, el humor de Zombess "funciona en varios niveles".