miércoles, 28 de septiembre de 2016

Tupamaros: la fuga/1971, Roy & Lauri Fernández



Excavando en la historia
 
 

El hecho es harto conocido: el 6 de septiembre de 1971 lograron fugarse 111 tupamaros recluidos en el Penal de Punta Carretas. Lo hicieron a través de un túnel y sin hacer un solo disparo, en la que fue una de las fugas más grandes de la historia, bautizada El Abuso. 
 
La anécdota ocupa un lugar destacado en la cultura popular uruguaya, junto a la visita del Che a nuestro país en 1961 o al arribo a la bahía de Montevideo del acorazado alemán Graf Spee en 1939. Los lectores atentos a la historieta uruguaya más reciente sin duda detectarán por qué he mencionado ambos acontecimientos: el segundo fue llevado a la historieta en 2008 por Rodolfo Santullo y Matías Bergara y el primero por Pablo “Roy” Leguisamo y Marcos Vergara en 2013, y ahora le ha llegado el turno al gran escape.
 
Tupamaros: la fuga/1971 cuenta con guión del ya mencionado Pablo “Roy” Leguisamo y arte de Lauri Fernández; el dúo ya había ofrecido la mitad de la excelente novela gráfica Vientre y también la ficción distópica de Regulación 0.75 – La dádiva (lo que parece sugerir una predilección especial del guionista por los títulos alfanuméricos) y encuentra en este nuevo aporte un buen momento: algunas de las páginas de Tupamaros la fuga están sin duda entre lo mejor que han producido juntos y, de hecho, entre lo más interesante visualmente que se ha publicado en los últimos años en Uruguay. Podrían proponerse como ejemplos la mitad inferior de la página 47, las páginas 36 y 37 y las excelentes 32 y 33, aunque, en rigor, el nivel gráfico de la obra es parejo y alto: el fuerte de Lauri Fernández es sin duda la expresividad de sus trazos, a la que se suma en este libro un bellísimo uso del color. 
 
El guión de Roy funciona correctamente, y es cierto que contar una historia tan conocida y de la que cualquiera sabe el final no es fácil; pero en ese sentido es que aparecen quizá no fallas sino elecciones curiosas, significativas, del guionista, que si bien dan personalidad al libro también podrían ser objeto de alguna forma de crítica. No cabe duda de que el relato en general fluye bien y que hay aciertos en los diálogos y la presentación de algunos personajes, pero parece evidente también que no hay una verdadera tensión dramática o narrativa, quizá porque no se la buscó. De hecho, la relación de Roy con la anécdota a contar parece por momentos esquemática: lo mejor de su propuesta está en la página desplegable que esquematiza el túnel y la fuga, y eso comporta una manera brillante de salir adelante con el problema de cómo narrar el pasaje por un túnel subterráneo pero, a la vez, parece ceder o resignarse ante la idea de presentar el acontecimiento como un esquema en el pizarrón de una clase de Historia. Pero tengo para mí que la elección fue la correcta, que era más fácil fallar si se buscaban otras alternativas y, como su historial de publicaciones y guiones lo señala, hay en Roy más bien un espíritu de jugar por lo seguro, una aspiración a concretar ocasiones de publicación y crecimiento para su editorial. Afortunadamente, su manera de hacer una apuesta segura –en esto sin duda interviene el talento de su dibujante– es satisfactoria en sí misma.
 
En cierto modo, Tupamaros la fuga / 1971 no termina de salir de esa suerte de esquema o exposición en clave histórica; hay más de Historia, es decir, que de narrativa, pero dada la elección del tema eso pudo ser una buena idea. Cargar los elementos digamos novelísticos con más diálogos de Mujica y Huidobro, más personajes ficticios dispuestos para la conveniencia de la trama y más intrigas accesorias sin duda habría debilitado la propuesta; Roy parece haber decidido llevar la narrativa a su mínimo indispensable, y el apéndice (“notas históricas”), que vuelve a contar completo el relato con diferente atención a los detalles, es una muestra clara de que había más que decir de lo que fue contado en viñetas. No parece desatinado leer la inclusión de este apéndice (así como también el recurso de la página desplegable) como una reflexión sobre la Historia en la historieta, sobre el alcance, si se quiere, de la historieta en relación a la Historia; el tema podrá parecer trivial a algunos lectores, pero no lo es, en lo más mínimo, para el comic uruguayo reciente. La estrategia de ofrecer una novela gráfica que toque elementos tan vivos en la cultura popular uruguaya para obtener un fondo concursable (cuya formulación, por supuesto, condiciona cierto interés por lo histórico) y financiar así un libro que después alimentará las arcas de la editorial y propiciará nuevos proyectos, en una movida que sin duda pone primero al proyecto editorial que a las realizaciones particulares (sin que haya necesariamente un desmedro en la calidad de estas, por cierto), ha propulsado la historieta uruguaya reciente y permitido el crecimiento de editoriales que luego pueden permitirse prescindir de ese modo de gestión. En este contexto, la manera en que es trabajada y presentada la Historia (la atención a posibles polémicas, la opción de autor, la presentación de investigaciones exhaustivas  que de alguna manera respaldan lo viable del proyecto y lo contagian de un aura de seriedad, las licencias tomadas por el guionista, la atención a la fidelidad histórica por parte del dibujante, los recursos narrativos, la apuesta o no a una comunicación aceitada y poco demandante con el lector, etc), y más aún la Historia reciente, es sin duda relevante. Y Tupamaros: la fuga / 1971 se vuelve un buen ejemplo de cómo resolver ciertos problemas y salir adelante a la hora de presentar un producto satisfactorio en todos los sentidos.

Publicada en La Diaria el lunes 8 de agosto de 2016